martes, 4 de junio de 2013

La cantante calva(por pablo garcía gómez)


    La clave de la obra la da el propio Ionesco en una conferencia realizada en 1958 en los Institutos Franceses de Italia y recogida algunos años después por Editions Gallimard. La cantante calva nace de la necesidad de Ionesco por aprender inglés. En su manual aparecían ya todos los personajes de La cantante calva, a excepción del bombero, que sería añadido posteriormente. Para repasar frases de uso cotidiano la señora Smith informaba a su marido sobre detalles que él ya debería conocer, como cuántos hijos tenían, cuál era su apellido, dónde vivían o dónde trabajaba, que acababan de cenar, que tenían una sirvienta llamada Mary o desde hacía veinte años unos amigos, los Martin, que por cierto en capítulos posteriores visitan a los Smith y tienen los cuatro una conversación donde usan muchas de las frases que aparecen en la última escena de la final de la pieza teatral y que aparentemente no tienen sentido porque construyen un diálogo sin coherencia entre las distintas intervenciones, como que el suelo está abajo y el techo arriba o que la semana tiene siete días. El género elegido no podía ser otro que el teatral, ya que los diálogos entre los Smith y los Martin eran ya propiamente teatro. Fue así como nació La cantante calva, inicialmente titulada La hora inglesa, pero rebautizada como La cantante calva por la lógica de que en la obra no aparece en ningún momento una cantante calva, aunque en una sola ocasión se hace referencia a ella.
    Para Ionesco estas frases en inglés del manual de conversación franco-inglesa, que seguramente no pretendían otra cosa más que encajar todas las expresiones cotidianas en una misma situación, se revelaron pronto como axiomas que contenían verdades fundamentales y que era necesario comunicar al mundo. Ionesco, en su aprendizaje del inglés, había ido copiando aparte todas estas frases y al construir La cantante calva las trasladó a la pieza teatral palabra por palabra, sin cambiar siquiera una coma, como con cierto miedo de que al cambiar algo pudiera verse alterada la verdad universal que contenían. El efecto que esto produce es lo que se ha calificado como una de las principales características del teatro del absurdo: la falta de comunicación entre los personajes, trasunto de la falta de comunicación entre los seres humanos. Más que de diálogos, que se vuelven insostenibles, habría que hablar de una sucesión de monólogos sin un hilo que conecte las distintas intervenciones.
  La cantante calva es una obra necesaria para conocer y comprender el teatro del absurdo. En la escritura de esta obra, considerada por Ionesco como una tragedia del lenguaje, el autor confiesa sentir una especie de malestar, vértigo y nausea que desde luego parecen más cercanos al pensamiento de Camus que a un juego patafísico. Por supuesto que hay comedia en el absurdo, pero más que una sonrisa optimista es una mueca desencajada que transforma la expresión en grotesca y un no saber bien de qué nos estamos riendo, o si se quiere, un reírse del vacío, de ese vacío existencialista de señores tan serios como Sartre que escriben libros tan serios como El ser y la nada. Existencialismo al alcance del pueblo. La cantante calva, ahí es nada. Y nunca mejor dicho.

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